7 filósofos famosos y sus extrañas obsesiones

¿Sabes que el dicho se vuelve loco, todos tienen un poco? Entonces, tal vez sea la mejor explicación para las extrañas obsesiones que algunos de los filósofos más grandes han cultivado a lo largo de sus vidas.

El extraño hábito de hacer lo mismo todos los días, la adicción poco saludable a beber grandes cantidades de café y la pasión por los perros caniche fueron algunas de las compulsiones que marcaron la vida de personalidades como Kant, Voltaire y Schopenhauer.

Asegúrese de revisar esta selección de locuras extrañas hechas por el sitio List Verse y diviértase con algunos grandes pensadores de los últimos siglos.

1) Rene Descartes y el gusto por las mujeres estrabicas

Fuente de la imagen: Reproducción / Wikimedia Commons

La preferencia de René Descartes (1596-1650) por las mujeres con un carácter especial se descubrió a partir de las cartas que intercambió con la reina Cristina de Suecia. Aunque nunca se casó, Descartes reveló en su correspondencia que su gran amor era una mujer estrabosa.

Después de reflexionar sobre su gusto por las mujeres con tales problemas de visión, el filósofo recordó que él estaba enamorado de una chica estragiosa durante su juventud. Luego escribió: "Durante mucho tiempo después, cuando vi a una mujer estrabosa, estaba más inclinado a enamorarme de ella que de los demás simplemente por ese defecto".

2) Albert Camus y el miedo a morir joven

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Después de una infancia difícil, Albert Camus (1913 - 1960) se encontró frente a una tuberculosis severa que finalmente lo alejó de la escuela hasta que pudo recuperarse. Después de un año, el joven filósofo y escritor llegó, logró superar la enfermedad y reanudar sus estudios. Aun así, el miedo a la muerte prematura ha acompañado a Camus a lo largo de su vida.

En poco tiempo, el filósofo desarrolló una obsesión con todo lo relacionado con la muerte. Por esta razón, llevaba una carta de suicidio en su bolsillo escrita por un amigo de Trotsky y le pidió a un amigo que vivía en los Estados Unidos que le enviara las ediciones de Embalmer's Monthly (una revista para embalsamadores). Al final, quizás la paranoia de Camus no fue por nada: murió en un accidente automovilístico cuando tenía 46 años, lo que podemos considerar joven ya que podría haber vivido muchos años más.

3) Immanuel Kant y la obsesión con la rutina

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Imannuel Kant (1724 - 1804) convirtió la obsesión en un estilo de vida. Además de ser promocionado como un famoso hipocondríaco, el filósofo también fue famoso por seguir una rutina impecable. ¡Eso mismo! Desde 1783, cuando compró una casa, hasta 1804, el año de su muerte, Kant siempre hacía lo mismo a la misma hora todos los días.

Se despertaba antes de las 5 am, tomaba té y fumaba su pipa. Luego escribiría hasta las 7 de la mañana, daría clases hasta las 11 de la mañana y luego volvería a escribir hasta la 1 de la tarde. A partir de ese momento, Kant almorzó y caminó por el centro de Konigsberg. La regularidad fue tal que los vecinos dijeron que ajustaron sus relojes del filósofo. La rutina de Kant era tan notable que la calle por la que pasaba era conocida como "La caminata del filósofo".

4) Friedrich Nietzsche y la preferencia por las frutas

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Uno de los filósofos más respetados de su tiempo, Friedrich Nietzsche (1844 - 1900) sufrió varios problemas de salud. En un intento por aliviar sus terribles dolores de cabeza, terminar con los vómitos persistentes y mejorar su dolorosa digestión, el pensador usó varios medicamentos y probó diferentes dietas.

Lo único a lo que no se rendía era a la fruta, que los médicos sospechaban que era la causa de su malestar digestivo. El problema no era el tipo de comida que tomaba Nietzsche, sino la impresionante cantidad de fruta que comía. Además de comprar fruta en ferias locales, se sabe que el filósofo recibió canastas llenas de amigos que estaban en otros países. Después de desayunar con un filete, el filósofo a veces consumía casi tres libras de fruta en un solo día.

5) Voltaire y la costumbre de tomar café

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Uno de los principales nombres de la Ilustración, Voltaire (1694-1778) estaba completamente fascinado por el café. Ignorando por completo las recomendaciones médicas que recibió, el filósofo consumió cantidades absurdas de cafeína.

En casa o con amigos en uno de los cafés de París, se sabe que Voltaire bebe entre 20 y 40 tazas de café todos los días. El sabor de la bebida era tan grande que el filósofo regularmente pagaba tarifas muy altas para importar granos de lujo al gusto.

6) Jean-Paul Sartre y la aversión de los crustáceos

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Detrás de su gran potencial intelectual, Jean-Paul Sartre (1905 - 1980) escondió una debilidad: los crustáceos. Cuando era niño, el filósofo tenía miedo de una pintura que mostraba una pata que salía del océano e intentaba atrapar a una persona. Desde entonces, Sartre ha desarrollado una aversión a los crustáceos y otros seres marinos.

Su miedo era tan grande que tuvo un ataque de pánico una vez al entrar al agua con Simone de Beauvoir. Se imaginó que un pulpo gigante surgiría de las profundidades y lo arrastraría hasta la muerte. En otra ocasión, después de consumir un alucinógeno, Sartre tuvo visiones de langostas que lo perseguían a donde quiera que fuera.

7) Arthur Schopenhauer y el amor por los caniches

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Algunos eventos notables en la vida de Schopenhauer (1788-1860) causaron que el joven filósofo tuviera dificultades para relacionarse con las personas y desarrollara una personalidad algo pesimista, y esto llevó al pensador a llenar este vacío con mascotas.

Schopenhauer eligió a los caniches como sus compañeros, y la obsesión del perro comenzó en la infancia y lo acompañó hasta su muerte. De esta forma, el filósofo coleccionaba caniches que, curiosamente, siempre tenían el mismo nombre. "Atma" es una palabra hindú que significa "yo interior" o "alma trascendental" y fue el nombre elegido para los perros, ya que el filósofo creía que todos esos animales expresaban la grandeza de un ser.

* Publicado originalmente el 11/03/2014.

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