7 leyendas de vampiros que tienen un verdadero trasfondo

Con el tiempo, varias creencias y leyendas se han atribuido a la práctica del vampirismo. Pero, ¿qué puede considerarse como ficción y qué puede tener un trasfondo real? El sitio web de Reader's Digest ha compilado una lista de algunas de estas historias y en Mega Curioso se las presentamos:

1. La condesa de sangre

La condesa Elizabeth Bathory vivió entre 1560 y 1614 en Hungría. Fue acusada de comportamiento "vampiro": mordió a sus víctimas y bañó su sangre como una extraña forma de tratamiento de belleza.

2. El príncipe de las tinieblas

Uno de los íconos más grandes del vampirismo, Vlad de Valaquia, también conocido como Vlad el Empalador, vivió entre 1431 y 1476. Además de matar y empalar a sus víctimas, se deleitaba con pan empapado en la sangre de los pobres pobres.

3. La diosa egipcia

En el antiguo Egipto, también había una leyenda sobre un supuesto "vampiro". La diosa Sekhmet era conocida por su gusto por la sangre y si su alma no recibía las ofrendas correctas, saldría de su tumba en busca del precioso líquido.

4. Los vampiros chinos

Ya en China estaban los Chiang-shi, también conocidos como los "vampiros chinos". Tenían garras curvas y ojos rojos, además de alimentarse de la "fuerza vital" de sus víctimas.

5. Sumeria y Babilonia

Los antiguos pueblos sumerios y babilónicos compartían una creencia común en un espíritu llamado ekimmu, que regresaría de entre los muertos para quitarle la vida a los vivos.

6. La muerte negra

Mientras Europa se enfrentaba a la mayor epidemia de la humanidad, la Peste Negra, algunas leyendas decían que los vampiros se alimentaban de los cuerpos moribundos de la enfermedad y ayudaban a propagar el virus aún más. Así que los sospechosos de vampirismo también fueron enterrados con piedras en la boca.

7. vampiros modernos

La leyenda dice que los vampiros tenían miedo de la luz solar y el ajo y, por supuesto, se alimentaban de sangre. Hoy, la medicina dice que hay personas que realmente tienen un trastorno que les hace "gustar" beber el líquido de nuestras venas. La fotofobia, por otro lado, puede designar a aquellos que son muy reacios a la claridad, y la aludefobia clasifica a los que están asustados por el ajo.

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