Cocinar era esencial para el desarrollo del cerebro humano.

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Aunque el ser humano es el primate con el cerebro más grande y la mayor cantidad de neuronas, tiene un cuerpo modestamente más pequeño que otros animales del mismo orden, como los gorilas. Pero, ¿por qué nuestra evolución siguió un camino diferente al de los grandes simios? Según los neurocientíficos Suzana Herculano-Houzel y Karina Fonseca-Azevedo de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), la respuesta a esta pregunta puede estar en la dieta cambiante de nuestros antepasados.

En un artículo publicado por la revista Fapesp, los científicos informan que calcularon el costo de energía requerido para el cerebro de 17 especies diferentes de primates, evaluando si los órganos podrían mantener la actividad cerebral con una dieta de alimentos crudos. Por lo tanto, se ha descubierto que el tiempo necesario para alimentarse y el bajo contenido calórico de los alimentos crudos limitan el desarrollo del cuerpo y el cerebro de los animales.

Según la investigación, el Homo sapiens tendría que pasar más de nueve horas al día alimentándose de alimentos crudos para desarrollar y mantener el cerebro funcionando. Afortunadamente, este problema fue superado cuando el Homo erectus descubrió y dominó el fuego. Además de ser más fáciles de digerir, los alimentos cocinados tienden a proporcionar más calorías que los alimentos crudos, lo que genera más energía, tiempo libre para actividades sociales y un mayor número de neuronas.