Bebés, cachorros y extranjeros que no hablan un idioma: ¿cuál es la relación?

Es casi inevitable: tan pronto como vemos un perro pequeño, tendemos a hablar con ellos como si estuviéramos hablando con bebés. Para eso, preferimos una voz más suave y fina e incluso hacemos gestos que usamos con niños pequeños.

Pero, ¿qué nos hace hablar con los cachorros como hablamos con los bebés? Los científicos del Reino Unido, Francia y los Estados Unidos han estado buscando respuestas, y también han investigado cómo reaccionan los perros a este tipo de discurso.

Según los investigadores, hablamos más articuladamente con los bebés, pronunciando las vocales con mayor claridad que con los adultos. Por lo tanto, es posible atraer y mantener la atención de los bebés de hasta 7 semanas, que prefieren esta forma al habla normal de un adulto. Las mismas reglas se aplicaron a los perros en el experimento.

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El "experimento tierno"

En la primera fase, los investigadores pidieron a algunos voluntarios que dijeran frases como "¡Hola, lindo!", "¡Ven aquí!", "Buen chico", "Ven aquí, cariño" mientras miraban fotos de cachorros, perros adultos, perros viejos y mientras No estaban mirando fotos.

El resultado mostró que los voluntarios tendían a hablar con perros con un tono más alto y una velocidad más lenta, y un tono variado según el grupo. Con perros jóvenes, el tono aumentó en un 21% en promedio en comparación con el habla normal. Con perros adultos, el cambio fue del 11% y para perros mayores, del 13%.

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A los cachorros les gusta "hablar de niños"

En la segunda parte del experimento, se reprodujeron grabaciones para cachorros y perros adultos. La investigación ha demostrado que los pequeños tuvieron una reacción más fuerte al "discurso infantil" que los perros mayores, reaccionando más rápido, mirando con más frecuencia, acercándose y permaneciendo por un período de tiempo más largo.

Según Nicolas Mathevon, profesor de psicología en la Universidad de Lyon y coautor del estudio, una de las posibilidades de usar este tipo de discurso es porque somos sensibles a la ternura de los cachorros al igual que somos sensibles a las caras de los bebés.

Sin embargo, la investigación muestra que usamos este tipo de discurso infantil porque queremos involucrarnos e interactuar con un oyente que no habla. Según los científicos, es posible que podamos usar esta misma estrategia en otros contextos, como con un hablante de nuestro idioma que no habla el idioma o tiene dificultades para comprendernos.