Un estudio demuestra que no somos buenos para notar cuándo estamos siendo engañados

Sabemos que cuando una persona miente, él o ella demuestra la mentira a través de algunas señales sutiles, como cambiar el ritmo del habla, parpadear, tartamudear, etc. Aún así, no parece muy simple reconocer cuándo estás siendo engañado, y un estudio reciente ha tratado de evaluar este problema más de cerca y aclarar algunos puntos sobre el tema.

Según la investigación, no es tan simple analizar el habla y el comportamiento de una persona hasta el punto de comprender si está mintiendo o no, lo que puede ser un poco desalentador, lo sabemos.

“Los hallazgos sugieren que tenemos fuertes prejuicios sobre el comportamiento asociado con las mentiras, sobre el cual actuamos casi instintivamente escuchando a los demás. Sin embargo, no necesariamente producimos estos consejos cuando mentimos, quizás porque tratamos de suprimirlos ”, explicó Martin Corley, en un comunicado publicado en IFL Science.

La búsqueda

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El equipo llegó a esta conclusión basándose en la participación de 24 voluntarios que acordaron participar en un juego de computadora de búsqueda de tesoros con otro participante. Detalle: Durante el juego, se le permitió mentir, engañar y hacer trampa sin ceremonias.

Para el juego, cada participante elegiría un lugar que podría o no estar donde estaba escondido el tesoro, y luego su compañero tenía que adivinar dónde estaba el objeto deseado del deseo. Durante el juego, los investigadores buscaron identificar al menos 19 pistas de mentiras a través del lenguaje corporal de los voluntarios y dos a través del lenguaje verbal. Además, los participantes también hablaron sobre cuándo creían que estaban siendo engañados.

Resultados

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Los resultados revelaron que las personas tienden a hacer asociaciones erróneas para entender si están siendo engañadas, y a menudo las pistas de mentiras se usaban cuando los participantes decían la verdad.

Según los investigadores, es posible que las personas obtengan pistas de que están siendo engañadas, pero es más probable que esto suceda cuando las pistas son sutiles, casi como si se les dieran y percibieran automáticamente sin esfuerzo.

En resumen, lo que está claro es que el lenguaje corporal de un mentiroso no es tan sencillo como podríamos imaginar, y para empeorar las cosas, no podemos identificar fácilmente una mentira. El lado optimista de la investigación es que las personas tendían a ser más sinceras la mayor parte del tiempo y también pensaban que estaban siendo engañadas en menor medida, lo que ya puede ser un consuelo. Quizás la forma es confiar aún más, pero por supuesto con un pie hacia atrás en unos momentos.

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