La leche materna puede ser nuestra arma contra el apocalipsis antibiótico

La penicilina ha estado disponible en el mercado desde 1941 y fue el primer antibiótico exitoso que se lanzó en el mundo. Desde entonces, se han desarrollado innumerables otros que han ayudado a salvar millones de vidas. Pero la edad de los antibióticos ha terminado: un estudio publicado en 2014 muestra que los microbios y las bacterias se están volviendo cada vez más resistentes a ellos.

La Organización Mundial de la Salud publicó recientemente un informe con 13 bacterias que debería ser una prioridad mundial en la investigación científica. Ejemplos como MRSA, que significa Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, son cada vez más preocupantes, especialmente porque no ha surgido una nueva clase de antibióticos desde 1987.

Los estudios ocurren todo el tiempo, pero terminan siendo bloqueados por muchos factores, como la rentabilidad de crear nuevos antibióticos y también el hecho de que la mayoría de las infecciones no son crónicas, es decir, el tratamiento es corto y aún no existe Necesito crear nuevos medicamentos. Además, debido a que las bacterias siempre se adaptan, debes pensar de manera innovadora, y ahí es donde entra la leche materna.

La bacteria SARM (en verde) se volvió resistente a varios antibióticos.

La importancia de la leche materna

Hace unos años, un compuesto encontrado en la leche materna y apodado HAMLET fue capaz de aniquilar las células cancerosas sin afectar a otras células sanas cercanas a las infectadas. Esta proteína finalmente ingresó a las células tumorales destruyendo sus mitocondrias, lo que genera energía para la función celular.

Si pensamos en la evolución, las mitocondrias fueron potencialmente un tipo de bacteria que se asoció con otra y ganó mucha importancia dentro de la célula. Por lo tanto, cuando HAMLET se probó en bacterias, pudo matar algunas variaciones, pero no tuvo un efecto universal. Para hacer esto, se une a la membrana bacteriana provocando un cierre del suministro de hidrógeno, lo que hace que el pH se iguale a cada lado de la membrana, lo que permite el transporte de calcio a la bacteria y la muerte.

Sin embargo, incluso en bacterias resistentes, HAMLET pudo debilitar la membrana que la protege, de modo que los antibióticos potentes y existentes podrían tomar medidas para combatirlos. Eso nos haría no tener que crear nuevos medicamentos, sino solo saber cómo aprovechar al máximo lo que ya tenemos.

La leche materna puede ayudarnos a vencer a las superbacterias

Una de las mayores ventajas es que HAMLET es poco probable que genere resistencia bacteriana, a diferencia de los nuevos antibióticos. De esta manera, comprender la leche materna nos permitiría sobrevivir al llamado "apocalipsis antibiótico" que podría provocar una gran cantidad de muertes en muy poco tiempo. Estos estudios aún están en sus primeras etapas y deberían ser lentos para convertirse en ensayos clínicos, pero la esperanza es la última en morir.

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