La nariz electrónica ya puede reconocer olores específicos

Aunque no nos comportamos como perros, nuestra nariz permanece activa todo el día. Esto hace que nuestra memoria asocie ciertos lugares con un olor específico: el olor a palomitas de maíz en una sala de cine, el pan caliente que sale de la panadería o incluso un café recién hecho que trae el comienzo del día.

Estas sensaciones continuarán existiendo durante mucho tiempo, pero los investigadores del Instituto de Tecnología de Karlsruhe en Alemania han desarrollado una nariz electrónica. El proyecto tiene como objetivo principal el uso diario, sirviendo como detector de riesgos potenciales.

Imagine que está trabajando y de repente comienza a oler plástico quemado. No se requiere ningún dispositivo para advertir que puede haber un cable de fusión, pero con el nuevo equipo esta advertencia se emitirá antes gracias a la precisión de los sensores.

Como funciona

Nuestra nariz está compuesta por aproximadamente 10 millones de células olfativas con alrededor de 400 receptores. Cuando el aire entra en contacto con ellos, se produce una reacción que genera una señal específica, que luego se envía al cerebro. Por experiencia, asociamos cierta información con ciertos productos, configurando lo que conocemos como olor. El dispositivo funciona de manera similar; En él, un sensor está influenciado por la composición de la atmósfera, dando lugar a una señal eléctrica particular. Esto permite asociar estas alarmas con olores distintos.

Aunque es posible "enseñar" una gran cantidad de olores al equipo, los científicos todavía están tratando de solucionar pequeños detalles que conocemos bien, pero que para los humanos no son un problema. El Dr. Martin Sommer, coordinador del proyecto, dijo que "la dificultad es que el olor no siempre es el mismo. Por ejemplo, una rosa al sol es diferente de cuando llueve. Actualmente estamos entrenando la nariz electrónica solo para usos específicos ".

La investigación es apoyada por dos compañías privadas, que tienen intereses comerciales en el desarrollo de productos. En 2015, en una iniciativa llamada SmokeSense, se desarrolló una alarma de incendio que analizaba el aire y disparaba al entrar en contacto con gases de combustión y carbonización a baja temperatura, lo que permite un análisis confiable de los materiales en llamas. Todavía no hay pronósticos para que el dispositivo sea comercialmente viable.

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