La planta venenosa puede cambiar los tratamientos para enfermedades de la piel

Una de las mayores amarguras en la vida de los campistas y exploradores es ella: ¡la hiedra venenosa! Solo su piel tiene el disgusto de reunirse con esta planta para que ocurra una reacción alérgica desagradable, causando picazón intensa y muchas ampollas.

La respuesta a tanto dolor y sufrimiento radica en la proteína CD1a, que solo ahora los científicos realmente han entendido.

El problema detrás de estudios previos es que, para estudiar enfermedades de la piel, los investigadores a menudo usan animales como ratones, que no producen CD1a. Sin embargo, en nuestro cuerpo es abundante y juega un papel fundamental en los trastornos inflamatorios.

hiedra venenosa

Luego, los científicos cambiaron genéticamente a algunos individuos de estas especies, haciéndolos producir tal proteína. Por lo tanto, se descubrió que CD1a desencadena una reacción alérgica en la piel cuando entra en contacto con urushiol, un aceite vegetal que se encuentra en plantas de la familia Anacardiaceae y está presente en la hiedra venenosa, por ejemplo.

Cuando el urushiol interactúa con las células de la piel, las proteínas CD1a activan las células T del sistema inmunitario, que en consecuencia producen dos proteínas: la interleucina 17 y la interleucina 22, responsables de la inflamación y la picazón.

Aunque los científicos conocían los problemas con el urushiol durante algún tiempo, no sabían el resto de la reacción, ya que siempre estudiaban en ratas.

Irritación causada por el contacto con la planta.

El escenario solo se hizo más claro cuando Florian Winau, un microbiólogo de la Universidad de Harvard, estudió la estructura química de este compuesto vegetal. Por lo tanto, señaló que la forma molecular del alergeno podría estar relacionada con CD1a, lo que le hizo probar tal hipótesis en el laboratorio.

El descubrimiento permitirá realizar más estudios sobre el tratamiento y la prevención de enfermedades inflamatorias de la piel, generando beneficios en diferentes casos.

"La investigación futura podría conducir al desarrollo de nuevos tratamientos para combatir las irritaciones menores de la piel, así como las enfermedades inflamatorias crónicas de la piel como la psoriasis, el eccema y la rosácea", dice Tang Yongqing de la Universidad de Monash.