¿Crees que podrías sobrevivir sin tu teléfono inteligente?

Solo eche un vistazo breve para ver que cada vez más personas simplemente no pueden quitar la vista de sus teléfonos inteligentes. Después de todo, con tantas cosas en Twitter, Facebook, Instagram, YouTube, WhatsApp, etc., es difícil no mirar su dispositivo de vez en cuando para que no se pierda nada. Resulta que, como sabes, pasar mucho tiempo conectado no es nada bueno.

Conexión constante

Según Elizabeth Segran, del portal Fast Company, los estudios han demostrado, por ejemplo, que las redes sociales están haciendo que las personas sean cada vez más narcisistas y menos conectadas con la realidad, sin mencionar que verificar lo que sucede a menudo puede afectar la productividad.

Además, la investigación sugiere que el uso de teléfonos inteligentes puede interferir con nuestro sueño, y que los niños que tienen más contacto con dispositivos con acceso a Internet se están volviendo menos empáticos.

El problema es que aunque ya hemos descubierto algunas cosas relacionadas con el abuso de teléfonos inteligentes, todavía sabemos muy poco acerca de cómo estos dispositivos, más precisamente, el hecho de que estamos constantemente conectados a través de ellos, pueden afectar nuestras vidas.

Desintoxicación digital

Según Elizabeth, aquí es donde entra en juego Kovert Designs, una empresa centrada en lograr que las personas cambien sus actitudes sobre el uso de teléfonos inteligentes. La compañía cuenta con neurocientíficos, psicólogos y filósofos en su equipo, y decidió realizar un experimento interesante para comprender mejor cómo la tecnología puede afectar el cuerpo, la mente y el comportamiento de los usuarios.

Kovert seleccionó a 35 personas afortunadas y envió a todos a Marruecos para una especie de "desintoxicación digital". El grupo fue seguido de cerca por cinco neurocientíficos que se infiltraron en los participantes para observar su comportamiento en dos contextos (conectados y desconectados) mientras examinaban expresiones faciales, movimientos y gestos, así como la actitud hacia otros miembros del grupo.

Según Elizabeth, el primer día, los participantes pasaron el día conociéndose mejor en un hotel donde todavía tenían acceso gratuito a Internet. Sin embargo, durante los siguientes cuatro días, el grupo fue llevado al medio del desierto, donde todos tuvieron que renunciar a sus teléfonos inteligentes y estar completamente desconectados.

Más empatía

Según los neurocientíficos, solo tres días después de la "desconexión", la conducta de los miembros del grupo se volvió significativamente diferente. Como notaron, los participantes comenzaron a adaptarse y mirar primero, a los ojos de sus interlocutores, en lugar de mirar hacia abajo, donde normalmente estarían las pantallas de sus teléfonos celulares.

Como resultado, las posturas, además de volverse más erguidas y alineadas, también se hicieron más abiertas, haciendo que los participantes parecieran más accesibles. Además, el contacto visual también parece haber alentado a las personas a formar vínculos más profundos, ya que todos parecían más empáticos y más relajados para hablar.

Hablar de la cabeza

Según los infiltrados, la dinámica de las conversaciones también cambió significativamente después de que los participantes dejaron sus teléfonos inteligentes. Esto se debe a que, por lo general, cuando surge una pregunta trivial durante un chat, es muy común que las personas recurran al "Gran Oráculo", o Google, para encontrar la respuesta.

Sin embargo, en ausencia de esta herramienta, los participantes siguieron hablando mientras trataban de encontrar las respuestas a sus preguntas. Y esto, en la práctica, a menudo conduce al comienzo de narraciones creativas y chistes divertidos, y estas actitudes simples motivan a las personas a unirse.

Enfriador

Curiosamente, los neurocientíficos también notaron una mejora en los recuerdos de los participantes, que pudieron recordar más detalles de las conversaciones que tuvieron durante sus interacciones con los demás. Según Elizabeth, los investigadores creen que, en ausencia de las distracciones que ofrecen los teléfonos celulares, las personas se vuelven más presentes en sus conversaciones, permitiendo que sus cerebros procesen y retengan más información.

Y estos factores, es decir, estar más conscientes de lo que se dice y aprender más sobre nuestros interlocutores, son extremadamente importantes en el proceso de formación de conexiones interpersonales.

Además, después de abandonar sus teléfonos inteligentes, los participantes dijeron que sentían que no necesitaban dormir tanto para sentirse más relajados y frescos, y los científicos creen que esto está relacionado con el hecho de que la luz azulada de las pantallas influye en la producción de melatonina, una sustancia. eso nos pone más alerta. En este sentido, los estudios han demostrado que las personas que usan su teléfono celular antes de acostarse generalmente tienen más dificultades para dormir.

Experiencia reveladora

Curiosamente, a pesar de pasar tan pocos días desconectados, los participantes estaban decididos a realizar cambios importantes en sus vidas. Según los neurocientíficos infiltrados, sin teléfonos inteligentes para llamar su atención, sus mentes eran libres de contemplar los temas más importantes.

Por lo tanto, después de la "desintoxicación digital", algunos participantes revelaron que tenían la intención de repensar sus carreras y relaciones, mientras que otros confesaron que habían decidido reanudar las actividades físicas y adoptar un estilo de vida más saludable. Otro factor importante es que los participantes abandonaron el experimento creyendo que tenían suficiente fuerza de voluntad para sostener las transformaciones que pretendían hacer en sus vidas.

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Claramente, el estudio de Kovert se realizó con un tamaño de muestra muy pequeño y sin grupo de control, es decir, un grupo de personas que se quedaron en sus trabajos y siguieron sus rutinas mientras dejaban de usar sus teléfonos inteligentes.

Aun así, para la mayoría de los participantes, la experiencia fue reveladora, y casi todos dijeron que estaban dispuestos a cambiar sus actitudes sobre el uso del teléfono celular. ¿Y usted, querido lector, cree que podría dejar de usar su teléfono inteligente, incluso de noche o tal vez los fines de semana?