¿Sabes por qué no necesitas recordar respirar?

Mientras lee estas líneas, aquí en el sitio web de Mega Curious, el aire entra y sale de sus pulmones sin interrupción. Esta acción es tan automática que parece que solo nos damos cuenta cuando estamos tratando de recuperar el aliento, ¿verdad?

El cerebro, el órgano responsable de controlar la respiración, sabe cuánto oxígeno necesitamos para que el cuerpo funcione. Este tipo de piloto automático natural tiene mucho que ver con cómo funciona nuestra respiración.

Cuando inhalamos aire, nuestros pulmones absorben el oxígeno necesario para producir energía. El producto residual de este proceso, el gas conocido como dióxido de carbono, se expulsa cuando exhalamos. Hasta ahora, bastante básico, ¿verdad?

Lo bueno es que nuestro cerebro monitorea constantemente los niveles de estos dos elementos en nuestro cuerpo. Si hay un desequilibrio, el sistema nervioso alerta y le pide al cuerpo que tome medidas para recuperar la armonía. Por ejemplo, cuando hacemos ejercicio necesitamos más energía, por lo que el cerebro requiere que respire más rápido, atrape más oxígeno y expulse más dióxido de carbono.

La parte del cerebro responsable de controlar siempre estos niveles es la médula oblonga, también conocida como bulbo espinal, o simplemente bulbo. Ubicado en la parte inferior del tronco encefálico, este órgano establece la comunicación entre el cerebro y la médula espinal. Su interior contiene una especie de centro de respiración, que alberga los receptores responsables de detectar los niveles de dióxido de carbono.

Funcionando como conductor de los impulsos nerviosos, el bulbo es responsable de las funciones vitales involuntarias que, además de respirar, también vigorizan los latidos del corazón y algunos reflejos, como los vómitos. Este órgano es tan importante que un golpe en esta región puede causar la muerte instantánea (¡oye!).

Aún así, aunque todo este control ocurra automáticamente, eso no significa que no podamos controlar nuestra respiración. ¿Cuántas veces ya no has inhalado o retenido el aire en los pulmones?

Nuestras emociones también afectan inconscientemente nuestro patrón de respiración: por ejemplo, cuando alguien tiene un ataque de pánico o ansiedad y comienza a tener dificultades para respirar. En tales casos, se recomienda tratar de normalizar la frecuencia respiratoria para que los niveles de oxígeno se normalicen y la sensación de incomodidad disminuya gradualmente. Respirar en una bolsa de papel puede ayudar a percibir este ritmo y ayudar a controlar la crisis.

Por mucho que sientas que en algún momento has olvidado cómo respiras, tu cerebro nunca te olvidará. Entonces, la próxima vez que recuerdes respirar, ya sea que estés subiendo una escalera o tratando de recuperar el aliento después de correr, ¡no olvides el maravilloso trabajo que hace tu bombilla!