¿Pueden las cervezas y los refrescos soportar una explosión nuclear?

Piense en un escenario hipotético en el que el mundo está experimentando un período post-apocalíptico desencadenado por explosiones de bombas nucleares, ya sea de Estados Unidos, Corea del Norte, Rusia, China o un discípulo del difunto Enéas Carneiro. Si sobreviviste, necesitarías hidratarte para seguir adelante, pero ¿podrías beber lo que encuentres en el camino?

Para responder a esta pregunta, los estadounidenses realizaron pruebas entre 1955 y 1957 para determinar si las bebidas comercialmente embotelladas continuarían consumiéndose después de la detonación de artefactos atómicos cerca de ellos. ¿La respuesta? Sí, pero no cuentes con un sabor maravilloso.

Durante la llamada "Operación Tetera", se colocaron varias botellas y latas alrededor de donde se probaron dos bombas nucleares en el estado de Nevada, una con energía equivalente a 20 kilotones de TNT y otras 30 kilotones. Cervezas, refrescos y aguas se almacenaron en contenedores dispersos a diferentes distancias del "punto cero" de la explosión. Tres, dos, uno ... ¡boom!

Algunos contenedores, como los más cercanos al epicentro, a unos 300 metros de distancia, fueron enterrados en escombros. Otros, más distantes, permanecieron intactos. Sin embargo, además de la preservación física de los productos, fue necesario medir los cambios químicos causados ​​por la radiación emitida.

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Según los estudios realizados en ese momento, incluso las bebidas sobrevivientes más cercanas a la explosión se mantuvieron dentro de límites seguros. Es importante destacar que podrían consumirse en este escenario de emergencia extrema, pero eso no significa que puedan ponerse a la venta en las estanterías de algunos supermercados.

Según el informe, para una persona involucrada en esta situación, sería mejor arriesgarse a las consecuencias a largo plazo de la exposición a la radiación que morir en unos pocos días por deshidratación. El único problema inmediato sería el sabor de las bebidas.

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Sorprendentemente, algunos "conejillos de indias" se utilizaron para ingerir esas cervezas radiactivas, y al menos las más lejanas se consideraron "consumibles aceptablemente". Las bebidas expuestas a menos de 400 metros en relación con el punto de explosión mostraron un cambio en el sabor.

Es decir, si cualquier gobernante loco presiona un botón que no debería, siéntase libre de beber lo que le espera para sobrevivir por más tiempo, si todavía está vivo en ese momento, por supuesto, por supuesto.