¿Sabes qué es un funicular?

Los ferrocarriles, así como las autopistas, tienen una pendiente máxima donde los vehículos pueden cruzar de manera desigual con comodidad y sin riesgo para los pasajeros. Si estas limitaciones no existieran, no necesitaríamos giros y giros al cruzar una sierra para automóviles.

Lo mismo es cierto para los trenes, pero la gran diferencia es que la inclinación máxima de los ferrocarriles es mucho menor que la de las autopistas. Las ruedas y rieles de hierro aumentan la capacidad de carga, pero al mismo tiempo la fricción es relativamente baja.

Las ruedas del tren incluso podrían estar hechas de goma, como en un automóvil, pero además del alto costo de mantenimiento, la resistencia a la rodadura sería mucho mayor, lo que requeriría motores más potentes que aumentarían el costo del transporte.

Soluciones inusuales

Durante la fase de diseño de un ferrocarril, se requieren tantas curvas como sea necesario para garantizar una tracción suficiente, tanto cuesta arriba como cuesta abajo, para un transporte seguro. En algunos casos, el túnel es factible ya que evita desvíos muy largos, pero este tipo de solución no siempre resuelve el problema.

Para tales situaciones, se inventó el funicular, una solución que no depende de la tracción de las ruedas sobre los rieles. El sistema funciona como un elevador donde el peso de una de las composiciones se usa para tirar de la otra.

Durante la preparación, los cables de acero se fijan a la parte inferior de ambos vagones principales. Si el tráfico no es tan pesado, se puede utilizar un vagón de contrapeso con agua u otro material suficientemente pesado. Se utiliza un motor intermedio para corregir la diferencia de peso entre los dos vehículos. Por lo tanto, no hay un sistema de tracción dedicado porque el desplazamiento se produce por el equilibrio de peso entre ellos.

Funicular brasileño

Curiosamente, la solución requiere condiciones específicas del terreno y un buen análisis de costos. En Brasil, el funicular más conocido es el de Paranapiacaba, que unía el puerto de Santos con la ciudad de Jundiaí, superando una diferencia de 796, 6 metros en un desplazamiento horizontal de solo 7, 5 kilómetros.

La existencia de esta alternativa en la región, utilizada continuamente entre 1867 y 1976, fue posible gracias a la producción de café. Después del desmantelamiento de su uso para el transporte de carga, el funicular de Paranapiacaba permaneció en funcionamiento como atracción turística hasta 1994, cuando sus operaciones se cerraron por completo. La disminución en la demanda de transporte ferroviario ha convertido este tipo de solución, aquí en Brasil, en historia.

Los países que tienen gran parte de su área en regiones montañosas continúan recurriendo al sistema, que también permanece activo en las minas. Por ejemplo, recientemente se anunció en Suiza la revitalización de un funicular que había estado en uso desde 1933. Utilizado solo para el transporte de pasajeros, supera una brecha de 743 metros, ¡con una inclinación que alcanza un increíble 110%!

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