¿Pueden los cambios bruscos de temperatura realmente enfermarnos?

Todos han recibido esa clásica advertencia materna que dice: lleva una chaqueta, porque se enfriará. Del mismo modo, todos han ignorado la advertencia al menos una vez y la han lamentado más tarde, afortunadamente no se han resfriado de la situación.

Como era de esperar, incluso para los expertos, la caída de las temperaturas nos hace más susceptibles a contraer un resfriado o la gripe. El hecho es que el cambio en sí no causa enfermedad, pero las condiciones que crea hacen que el contagio sea mucho más fácil.

Ambiente infectado

Cualquier cosa es posible hasta que se demuestre lo contrario, ¿verdad? Por lo tanto, se realizó un metanálisis en 2002, en el que los investigadores llegaron a la conclusión de que simplemente exponerse a un ambiente frío no lo hace a uno más susceptible a un resfriado. El principal problema radica en la baja humedad del aire, que casi siempre se asocia con temperaturas más bajas.

En una entrevista con The Atlantic, el neumólogo Ray Casciari dijo que en estos momentos "los ojos y las membranas mucosas de la nariz se secan, y sus pulmones también sienten la diferencia, por lo que es mucho más susceptible a las bacterias y los virus". La influencia del aire seco fue confirmada por Jeffrey Shaman y su equipo de la Universidad de Columbia, quienes realizaron un estudio en 2010.

En el trabajo, compararon los registros climáticos y de salud durante un período de 30 años, y concluyeron que los brotes de influenza casi siempre iban acompañados de considerables caídas en la humedad del aire. Los propios investigadores justifican el hecho al explicar que en un ambiente con mayor humedad del aire, las partículas expulsadas por una persona enferma son grandes y se depositan más rápido en las superficies. El aire seco, por otro lado, hace que estas partículas se rompan en partes más pequeñas, que pueden permanecer suspendidas en el aire durante semanas, creando un ambiente altamente contagioso.

Medidas preventivas

Una forma efectiva de tratar de evitar crear condiciones tan favorables sería mediante el uso de humidificadores. La solución se analizó en un estudio realizado en 2013 que decía que había una reducción del 30% en los riesgos de contaminación en un ambiente de humedad controlada. Por otro lado, el exceso de humedad también puede ser dañino, ya que en estos casos el moho se desarrolla más intensamente.

En general, las personas infectadas comienzan a mostrar síntomas de la enfermedad solo el día después de la infección, pero en este momento son transmisores potenciales, una afección que dura aproximadamente 1 semana. Sin embargo, este tiempo puede aumentar si la persona infectada es un niño o una persona con una inmunidad inferior a la normal.

Las actitudes pequeñas, como lavarse las manos con frecuencia y evitar rascarse los ojos y la boca, combinadas con la vacunación, siguen siendo las mejores formas de prevenir esa gripe molesta. Saber que la baja humedad tiene mucha influencia en el contagio es poco probable que lo haga pasar un invierno entero ileso, pero puede ayudarlo a tomar medidas más efectivas en situaciones de mayor riesgo.

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