Los humanos habrían adoptado una postura erguida debido a obstáculos naturales.

Una pregunta que siempre ha suscitado un gran debate entre los científicos es qué habría causado que nuestros ancestros ancestrales dejaran de moverse sobre cuatro patas, pararse erguidos y convertirse en bípedos.

Algunas teorías se basan en la hipótesis de que el cambio climático que ocurrió hace 2.5 millones de años habría provocado la disminución de los bosques y llevado a nuestros antepasados ​​a abandonar los árboles y comenzar a recorrer las sabanas africanas. Sin embargo, esta posibilidad también se discute, ya que hay evidencia de que los primates bípedos surgieron antes de este cambio importante en el clima.

Nueva hipótesis

Según The Christian Science Monitor, un nuevo estudio realizado por arqueólogos de la Universidad de York sugiere que los cambios geológicos pueden haber motivado esta dramática transición, haciendo que nuestros antepasados ​​se conviertan en bípedos para superar los obstáculos del terreno. .

Fuente de la imagen: Reproducción / The Christian Science Monitor

Según el estudio, las erupciones volcánicas y el movimiento de las placas tectónicas hicieron que el paisaje de África oriental y meridional sea más rocoso, lo que hace que la locomoción en esta región sea cada vez más complicada. Estos cambios geológicos habrían alentado a los antiguos habitantes de la región a desarrollar nuevas habilidades locomotoras, mejorando aspectos como el equilibrio y la escalada en terrenos irregulares.

Evolución

Como los arqueólogos han explicado, estos movimientos se realizan mejor desde una posición vertical, y fue este cambio en el paisaje, no el clima, lo que causó la transición de la locomoción de cuatro patas a la de dos patas. Los investigadores también sostienen que los cambios geológicos pueden haber contribuido al desarrollo de habilidades cognitivas como la navegación y la comunicación entre los miembros del grupo.

A su vez, esta evolución puede haber sido uno de los factores que condujeron al desarrollo de cerebros más grandes y al surgimiento de funciones sociales como el trabajo en equipo y la cooperación. Obviamente, solo con una máquina del tiempo sería posible probar cuál de las dos hipótesis es correcta, y es posible que nunca tengamos una respuesta definitiva a esta pregunta.